Las
personas que no creen en sí mismas se quedan en su espacio reservado y jamás se
abren para conocer nuevos caminos.
Ayer
tras un día duro pensé que mi cansancio no resistiría los
minutos caminando que me separaban de casa. Me subí en el autobús y teniendo en
cuenta que me suelo marear no sé muy bien porque elegí el asiento que está en
sentido contrario, en que solo ves aquello que el vehículo va dejando atrás. En
la siguiente parada un joven con el teléfono clavado en su oreja se apresuró para
buscar un sitio libre, siendo este justo el que estaba enfrente del mío. Su voz baja decía ser de una persona
tímida y reservada. En cambio el hombre que estaba al otro parecía ser resuelto
y decidido. El chico lleva bastante tiempo persiguiendo oportunidades en la
capital, pero todos sus intentos fueron fallidos. Soñaba con la estabilidad que
había tenido tiempo atrás, antes de que el sector para el que se había
preparado cayera en la crisis. Su paro se terminaba y con él las ilusiones.
Pero hoy había sido diferente, se había levantado con ganas de buscar la
felicidad y de alimentar su fuerza para conseguir metas.
Parecía
entusiasmado y que no todos los días los vivía con la misma intensidad. Le
contaba que buscaría cualquier tipo de trabajo que le diera una tranquilidad
económica hasta que pasara el chaparrón. No le importaría trabajar de camarero
ni tampoco de dependiente…no le dejo ni terminar la frase.
Se me clavaron los ojos en él al escuchar el
enfado de aquel señor con las ideas tan claras. Le decía que no serviría para
eso, que debía dejárselo a chavales con labia ,porque él se echaría para atrás
incluso se sentiría mal, puesto que no sería capaz.
El
chaval de pelo oscuro se dejó caer dando con su espalda un golpecito en el
asiento. Su cara se arrugo marcando signos de preocupación. Bastaron unos
segundos para que le diera la razón pensando que no sería capaz.
¿Qué
trata de hacerle? Se acaba de llevar toda su motivación y sus ganas de un solo
plumazo.
Ninguna
opinión debe calar tan dentro de nosotros como para cambiar en lo que creemos y
mucho menos cuando se trata de la confianza que depositamos en nosotros mismos.
Cuando
se influyen con brutalidad en un proyecto maduro de alguien con personalidad
débil e influenciable destruimos la seguridad que tiene en sus objetivos.
Sentí
rabia, el chico parecía inteligente y hablaba realmente bien. A medida que
trascurría la conversación se fue deshinchando de su energía.Todas las personas
tenemos algo especial que podemos aportar a los demás.
Existen
personalidades dispares, cada uno debe defender la suya y cambiar aquello que
le haga sentirse débil e incapaz de adaptarse a cualquier situación que se
proponga.
Carmen Pedraz